Publicidad

jueves, marzo 12, 2009

LAS VIDAS DE CRISTINA, seis

De todas las vidas de Cristina la más cierta estaba desapareciendo. Era la vida que había vivido, la vida pasada. Su pasado. Día a día se alejaba más consiguiendo así el doble efecto que siempre sucede con el pasado. Se va olvidando. Y va ganando prestigio.
Su pasado, pasado y ya está, ignorado por algunos, recordado por otros, no es nada distinto de otros pasados, de otros presentes, de las repeticiones iguales que se dan en la vida de todos. Por eso no es necesario contarlo. Por eso y porque no lo sabemos. O creemos que no lo sabemos.
Sin embargo hay más pasados en su pasado, como en todos. Tenemos un pasado prestigioso, un pasado que recordamos siempre y tenemos a mano para contar, para hacernos a nosotros mismos mientras lo contamos y somos personajes más que personas. Y somos recreados. Somos como queremos ser. Como quisimos ser.
Esos pasados pequeños, esas historias mínimas, que en el fondo van conformando también lo que somos pese a que parezcan olvidados, se le venían a la boca en momentos incontrolados. Pasar por un sitio. Encontrar un desconocido. La llegada de una fecha. Eso removía el recuerdo. Volvía al olor de la sensación percibida el rastro del pasado vivido.
Y ese pasado pequeño iba desapareciendo igual que el grande. El que quería olvidar y el que no podía recordar se juntaban a veces en un solo e indiscriminado olvido. En un dulce olvido a veces. En un tétrico olvido otras.
Y ese otro pasado prestigioso, pasado grande que no hay que contar porque tantas veces se ha repetido que seguro que ya se sabe, iba cicatrizando también sobre el pequeño. Y se iba olvidando. Y dejando una marca indolora ya casi, que sólo se percibía a veces. Dependiendo muchas veces de si cambiaba el tiempo o si iba a hacer bueno.
Pero como el pasado es prestigioso, se le pegaba esa vida a su nueva vida y se le solapaba y se mezclaba sin querer con la otra. Y a veces sin mezclarse, sólo parecían mezcladas y manchadas ambas de lo mismo. Pero no era así.
De todas las vidas de Cristina la más cierta iba desapareciendo. Era la única realmente cierta. La ya pasada y comprobable. Y la más falsa. La más prestigiada y mentida. La única que podría un día repetirse.
Tiempo, olvidado, pasado, derretido

No hay comentarios: