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viernes, marzo 13, 2009

ZAPPING

Como estaba triste para escribir pensó en masturbarse. Eso siempre le levantaba la moral. Pero se dio cuenta de que no podía, de que no tenía ideas. Utilizaba, parece ser, el mismo resorte mental para escribir que para fantasear con mujeres.
La tele estaba encendida y daba imágenes aburridas y mujeres hermosas. Todas merecían un comentario, incluso tal vez un poema. Pero no había manera de escribirlo. Estar triste y escribir no es una buena combinación.
En realidad las emociones exaltadas no son buena en ningún caso para comunicarse. Para escribir. No lo hacía cuando estaba muy contento. Ni cuando estaba muy enamorado. Ni cuando empezaba a odiar a su amada. Ni cuando, como ahora, estaba triste.
Los resortes extraños de su mente hacían que lo dicho o lo escrito en esos momentos fuera brillante en alguna cosa pero francamente falso, mentiroso, vacío. Por eso prefería guardarse, calmarse. Y ni siquiera apuntar lo que había pensado.
Hombre templado como era sabía que el enfado, al igual que le pasaba con alegría, el amor, la ansiedad o el temor, le duraría muy poco, sólo tenía que distraerse el tiempo necesario para que esa clama llegase.
Normalmente la buscaba en esos momentos. Ella le calmaba. Así podía estar tranquilo. La miraba. La escuchaba. Y todo estaba bien. No había pena. No había tristeza. La alegría se concentraba. El amor se concentraba. La ansiedad se iba. Todo funcionaba mejor.
Pero como ella no estaba volvió a su mente la idea de masturbarse o de ponerse a escribir. Las ideas se arremolinaban en la cabeza. Eran brillantes como una cinta de regalo. Pero inútiles como una cinta después de abierto el regalo.
Pensó en que la amaba más cuando no estaba. Pensó en que estaba triste. Pensó en que no podía escribir ni fantasear. Pensó en la tele encendida. Se puso a hacer zapping.

Zapping

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