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domingo, mayo 31, 2009

MUJER MISTERIO

No quería hablar de aquella mujer, pero algo le impulsaba a hacerlo continuamente. Sus historias eran tan increíbles, tan poco concordantes con las palabras que luego ella decía. Hablaba con ella y le parecía una mujer. Pero luego sus actos eran los de otra mujer totalmente distinta.
Por eso hablaba de aquella mujer aunque no quería. Por su espíritu contradictorio. Por sus hechos fascinantemente absurdos. No iba a juzgarla. No tenía derecho a juzgar a nadie. No era mejor que nadie y no podía clasificar a los demás en mejores o peores. ¿Con respecto a qué? ¿Cuál era la norma? ¿Cuál la regla? ¿Cuál el parangón?
Por eso a él no le parecía mal lo que hiciera. Le parecía solamente extraño. Impropio de la mujer que él creía que era. Pero propio de la que al final siempre demostraba ser.
Parecía enamorada de un hombre. Pero se mostraba accesible a todos los demás. Parecía insegura, pero luego mostraba un carácter y una resolución difícil de igual en otra cualquiera. Hablaba como una mujer inteligente. Se comportaba como una niña pequeña.
Alguien le decía que eso era propio de todas las mujeres. Pero no en un extremo tan grande decía él. Evidentemente estaba rota por algún lado. Y buscaba con esos actos impropios restañar las heridas, conseguir consuelo, contacto, cariño. Quién sabe qué.
Tal vez sólo quisiera no pensar. Pero no sabía que el no pensar lleva después al remordimiento. Al pensamiento negativo y circular. Al pensamiento culpable. Al odio a uno mimo.
Tal vez por eso se odiaba y hablaba mal de sí misma. Mal sin motivos ni razones. Hasta que le salía la otra y todo cobraba sentido. Un sentido absurdo. Pero un sentido.
No quería hablar de ella. Y casi ya no quería hablar con ella. Porque veía que jamás llegaría a entenderla. Y ese era, increíblemente, el mayor atractivo que ella poseía.

Mujer misteriosa

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