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viernes, febrero 26, 2010

EL BLUES DEL PESCADO

El blues del pescado. Es uno de nuestros grandes éxitos. Cuando lo tocamos todo el mundo asiente y se identifica con la historia. Esa bonita historia de amor. Es nuestra canción más lacrimógena. A veces cerramos con ella.

Sucedió que un día me puse a hablar con un camarero. Pero como soy así, en lugar de ser yo el que le contaba al camarero su vida, era el camarero el que me contaba a mí su vida. Resulta que estaba enrollado con una pescadera. Una bonita pescadera, morena y de ojos azules, bajita, pero estupenda. Y sucede que la pescadera trabajaba en una pescadería. En una bonita y estupenda pescadería donde vendía pescado y pulpo y sepia.

Por eso mismo la pescadera olía a pescado. A pesar de que cuando llegaba a casa se duchaba y ya olía a lavanda y a azahar o a otros perfumes que esparcía por su cuerpo y que eran sugerentes y sugestivos, porque su piel era suave y sugerente y sugestiva.

Pero el pobre camarero tenía un problema. Identificaba. Identificaba el olor a pescado con su bonita y morena pescadera. Y ese olor le excitaba. No podía remediarlo. Y cada vez que iba a comprar pescado se excitaba. Y cada vez que pasaba por el cubo de la basura se excitaba. Y no podía hacer nada para evitarlo. A no ser que su linda pescadera estuviera cerca.

La tragedia está en que él era propietario de un restaurante especializado en pescado. Y todo el día se lo pasaba excitado. Tanto que le fue infiel a la dulce y linda pescadera. Todo un desastre. Así que dejó su restaurante y se puso a servir copas en aquel bar.

Es una historia bonita, le dije, renunciaste al dinero, a tu restaurante por amor. Pero la pescaderita cambió de trabajo. Y ya no olió nunca más a pescado. Y tuvo que dejarla. Y su vida ya para siempre se torció.


Son tus perfúmenes mujer

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