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domingo, abril 04, 2010

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Camino repasando en la mente un poema. Hace tiempo no lo leo, pero parece que lo debo haber memorizado. Porque puede repetirlo con bastante precisión. Y me salta a la mente de vez en cuando. Como nunca he sabido rimar nunca he pretendido hacer un soneto. Ni siquiera pretendo desde hace tiempo hacer poemas. Pese a ello los hago. Y soy consciente de ellos. Pero este no es un poema de los míos. Los míos, gracias a Dios, los olvido rápidamente. ¿Podría, pues, escribir un soneto? Seguramente. Pero siempre me he sentido muy lejano a esa forma de expresarme. Repito el poema que tengo en la cabeza. No es un soneto. Busco uno en mi cabeza. Repito su primer cuarteto. Paseo por una calle larga. Los niños están al sol, jugando. Hay una alegría de primavera en el ambiente. Una alegría que no se recordaba. Pienso en el soneto y no puedo recordarlo. Repito el poema anterior. No es un soneto. Pero puedo repetirlo. No hago sonetos. Me contento con esto que hago. Camino.


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