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martes, agosto 17, 2010

EL SECRETO DE LAS TORTUGAS (II)

Pusimos el oído y nos dispusimos a escuchar, la terapeuta, extrañamente, daba golpecitos en la mesa, como siguiendo un ritmo que yo, acostumbrado al blues, no terminaba de coger:


Y si seguimos con el plan establecido
nos cansaremos al ratito de empezar
probablemente no encontremos el camino
pero nos sobraran las ganas de volar.


Querían saltarse el plan, algo que a veces funciona muy bien. Aún recuerdo, dijo la terapeuta, cuando nos saltamos el plan y nos vamos a hacer lo que nadie espera. Eres una fantástica le dije, pero tienes razón, si siempre sigues el plan te aburres. Tú sí que me aburres, cállate que empiezan otra vez, vas a tener razón y no les hago falta.

Que fácil es perderse de la mano
madre mía agárrate
que el vacío de ese vaso no se llena
si no vuelves tu a Jerez.


Es verdad que si vamos de la mano los dos, y uno se pierde nos perdemos los dos, es más fácil si no vamos siempre agarrados, si nos agárramos y no nos soltamos cuando sea necesario acabamos los dos en el suelo. Pensé en el vacío que se produce cuando mi gente está lejos de mí, no en Jerez, si no aquí, y sonreí a la terapeuta, que seguía con el ritmo y no se dio cuenta.


Cuando estamos camino de la frontera
pobrecita cansada la vida queda
cuando voy a pasarla
si no paro y nunca dejo de correr
y si no paro de correr.


Y si no dejáis de correr pues os vais a hostiar, lelos. Baja la voz, le dije. Pero es que si no dejan de correr se hostian, Sí, lo sé, pero si tú gritas sólo sirve para que sepan que los miramos y cotilleamos. Vale, pero ese consejo lo doy siempre a todos mis pacientes no corráis hacedlo todo despacio, que además se disfruta más. Ellos siguieron hablando así que nos callamos y la terapeuta seguía con el ritmo que a mí ya me iba gustando.


Lento, lento

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