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jueves, marzo 24, 2011

INDIGNADO

Como estaba muy enfadado fui a poner una reclamación. En la ventanilla correspondiente hay que coger un número y esperar. Mi indignación iba creciendo al ver el número que me había tocado y el número por el que iba todavía el cartel luminoso.

Me senté, indignadamente, a esperar. La espera me indignaba cada vez más así que me levantaba cada rato. Pero pasear por aquel pasillo era difícil porque había mucha gente indignada esperando y paseando y hasta dando patadas a las paredes.

Eché mucho de menos la cerveza. Y otras cosas. Como alguien que me acompañara. La batería del móvil se me acabó y no pude llamar a la terapeuta. Así que me tuve que aguantar yo solo, sin nada más que hacer que esperar ciento veintitrés números. Calculé el tiempo que se tardaba en cada número y lo multipliqué para saber cuánto tardaría. Y era mucho tiempo.

Pasó todo ese tiempo y realmente ya no estaba indignado, así que cuando me llegó el turno le pregunté a la señorita cómo se salía de allí y me fui. Completamente curado de mi indignación.



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