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martes, marzo 13, 2012

EN PORTADA: CONTRA LA HUELGA

Evidentemente los españoles quieren ganar dinero. Y para ganarlo la manera más fácil, directa y tal vez justa, es trabajar. Así que es evidente, que sí, que los españoles quieren trabajar. Pero eso no significa que quieran hacerlo a cualquier precio, que quieran trabajar más que sus derechos, más que su vida personal, más que sus vicios o sus pasiones. Y todo eso está defendido por unos derechos que están en vilo. La crisis agresiva, su más agresiva solución y el espejo chino en el que nos miramos dan oportunidades a muchos de hacer lo que siempre han querido. Flexibilizar el mercado de trabajo. O hacer más simple el despido. O eliminar derechos que se han ganado durante mucho tiempo y que acortaban la distancia entre el trabajador y su contratador que consumía una plusvalías que eran un poco menores sabiendo que el bienestar del trabajador es indispensable.
Ahora todo eso se está cayendo. No importa nada que no sea reducir la cifra de paro. Da igual cómo. Da igual si el trabajo generado es bueno o malo, es de calidad, es inhumano, es indigno. Todo es indiferente siempre que el mercado lo requiera.
Y quejarse no es una opción. El que se queja está siendo antipatriota. Aunque lo que de verdad le importe sea su cuenta corriente, su mujer y su vida, está esquilmando a su país y por ello debería ser sancionado. Así están las cosas. Antiespañoles y descarados que se quejan sin necesidad ni remedio. Al otro lado la crisis feroz y sus agitadores y los que ganan con ella. Tal vez la vida sea reversible. Aunque no lo parece.





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