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domingo, marzo 18, 2012

RINCONES


Trata de no pensar sólo en Dios cuando todo le va mal, pero sabe que cuando le va mal piensa más en Él, habla más con Él. Cuando asiste a un entierro o sabe de un muerto, Miguel intuye que no hay nada más, pero pide que haya un Dios que acoja al muerto, pide que todos sean acogidos en algún sitio. Piensa que Dios está en los rincones, pero sólo por un hecho evidente, porque su casa es pequeña y al hablar con Dios levanta la vista. Arriba está en el techo. Y el techo está lleno de esquinas en su casa pequeña. Así que identifica sin querer a Dios con los rincones. Le hace gracia eso. Que Dios viva en un rincón exacto de su casa al que siempre le habla. A veces le guiña un ojo cuando toda va bien, para agradecerle o contarle lo que está pasando, para hacer cómplice de su dicha. Pero cuando todo le duele, cuando va mal, cuando Miguel se siente enfermo es cuando más le llama y le pide que le abandone. No le pide nunca nada más. No le pide un beso. Ni le pide trabajo. No le pide suerte. Sólo que no le abandone. Que le haga fuerte. Miguel respira y trata de sentir esa fuerza. Nunca lo consigue. Sólo cuando vuelve a casa y ve que todo ha pasado, agradece toda esa fuerza que tal vez haya recibido.



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