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sábado, diciembre 29, 2012

LA REHUMANIZACIÓN DE RASKOLNIKOV

Rodion Romanovich Raskolnikov es el protagonista de Crimen y Castigo, una de las grandes obras de la literatura rusa y de su autor Fiodor Dostoievski. Y una de las grandes obras del gran siglo de la novela, el siglo que la consagró como el principal género literario, el XIX.
Su protagonista es tenido como el prototipo del superhombre que definió y defendió Niezstche y del que luego se aprovecharon los supremacistas y los totalitarismos. Raskolnikov comete su crimen por una serie de circunstancias, entre las que se encuentra, como una de las principales, su idea de que la mujer que mata es mucho menos que él, que es un piojo que puede aplastar y que debe hacerlo para demostrarse que está por encima de ella.
Pero Raskolnikov parece más un loco que un superhombre. Durante toda la novela vemos un personaje ido, descentrado, con accesos de fiebre y comportamientos erráticos. En eso Raskolnikov se comporta como otros personajes de Dostoievski, se comporta como se comportarían El Jugador o El Doble.
Pero el gran problema de Raskolnikov no es su locura. Su amigo Razumijin dice en la sexta parte y lo repite varias veces “tú no estás loco”. Y efectivamente no lo está. El problema de Raskolnikov es su deshumanización. Diversos sucesos, presentados lateralmente o de forma poco importante, han ido mermando a Raskolnikov hasta conseguir que pierda su condición de humano. Esta se rebela en él en ocasiones. Con Marmeladov y su familia. Con su Sonia. Con su hermana. Pero son sus accesos de fiebre y locura los que parecen hacerla aflorar.
Finalmente, en el presidio, Raskolnikov va tomando conciencia de su existencia como humano, va dejando el nihilismo (el brillante discurso contra el nihilismo como destructor de la juventud por parte de Porfiri es esclarecedor de esto) que le tenía atenazado y va sintiendo que es un hombre como los demás, con sus partes distintivas y sus partes iguales a las del resto.
Y es el amor de Sonia y su comportamiento sencillo y vital el que le hacen comprender que finalmente es un humano y como tal empieza a comportarse. Ahí está el quid de la novela. En el proceso que lleva a Raskolnikov de ser deshumanizado capaz de maltratar a todos y de cometer crímenes horrendos a ser nuevamente un humano a través del amor y el sufrimiento. Y ahí alcanza la felicidad, la comprensión y llega el clímax de la novela: cuando Raskolnikov, sentado con Sonia ante un pequeño riachuelo y un prado verde en Siberia, empieza a notar latir su corazón. Raskolnikov se rehumaniza. Vuelve a la vida. Y acaba, al fin, su castigo.
Os recomiendo, si queréis emprender su lectura, la estupenda y ajustada en su precio, edición de Isabel Vicente para Cátedra.





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