Publicidad

jueves, abril 11, 2013

AQUÍ

He vuelto al Badoo. Te encontré por la calle y me has dicho que se te ha roto el teléfono. Creo que es una excusa; que me has bloqueado. He vuelto al Badoo porque necesito unas cuantas experiencias para escribir nuevo material. Y porque me han dicho un par de trucos que me harán fácil ligar allí. En la casilla ingresos hay que poner altos.

Conocí en el Badoo a una chica. La llamaremos la del Badoo. No es un nombre muy original, pero sólo se me ocurre llamarla Pepi o Mari, que son peores aún que la del Badoo. La del Badoo quedó conmigo en una cafetería. No voy a hacer descripciones. A los diez minutos estábamos dentro de mi casa. Dentro de mi cama. Mi pene dentro de ella.

Tres días después repetimos la operación. La del Badoo y yo dentro de su coche. Mi pene dentro de su boca. Son cosas de la vida. Tres días después volvimos a repetir. Mi autoestima estaba por las nubes. Nunca una mujer ha querido repetir tanto de mí. Fui a comprar condones. La chica de la parafarmacia sonrió pensando que había tardado muchísimo tiempo en gastar una caja de seis. Me lancé y compré una caja de doce. Fue una compra optimista.

Tres días después (me extrañó lo de los tres días, aunque lo expliqué diciendo que soy tan bueno, que tienen que pasar tres días hasta recuperarse y querer más de mí) quiso volver a mi casa. Cambié las sábanas. Limpié la habitación. Al llegar se sentó en el salón y me dijo “Quiero tu esperma” yo le dije “Vale ¿Dónde te lo echo?” estas cosas siempre me han emocionado, así que estaba dispuesto a echárselo ya en cualquier parte. Pero sacó un bote de plástico “aquí”.

La eché de mi casa. Me gustan las perversiones sexuales que incluyan descargas seminales, pero lo del bote me ha parecido excesivo. Llevo sin masturbarme dos semanas y vigilo mis pasos cuidadosamente. Temo que sea capaz de cualquier cosa por conseguirlo.




No hay comentarios: