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sábado, junio 01, 2013

REFLEXIONES SOBRE EL FUTURO DE LA LITERATURA

Ahora que se está celebrando la feria del libro de Madrid, seguramente la más importante de nuestro país, podemos hacernos algunas preguntas en torno al futuro del libro y también de la literatura. Entre la crisis económica y la crisis cultural, las ventas de libros decrecen cada año, y se centran, además, en unos cuantos títulos de unos pocos autores.

La crisis económica pasará. No sabemos cuándo ni a costa de qué, pero acabará remitiendo, pero habrá dejado un legado horrible: cientos de librerías cerradas, cientos de autores no publicados, colecciones suprimidas, editoriales quebradas y más aún, lectores que ya no lo serán porque el libro es en cierta forma un artículo de lujo.

La crisis cultural es otra cosa. Ayudada por la continua crisis educativa, la crisis cultural va convirtiendo poco a poco en nada a los consumidores de literatura y cultura. Cada vez menos nuevos lectores, que cada vez tienen menos formación y menos capacidad de comprensión. Esto conlleva la eliminación de parte de la literatura porque se lo pone muy difícil al lector. Y eleva a los altares a otra literatura que siendo literatura tiene más el formato de una serie de televisión o una película. Una literatura más visual, menos literaria al fin y al cabo.

La crisis cultural ha llevado a que las editoriales hayan primado las ventas y no la lectura. Lo importante ha sido vender libros, no qué libros se vendían. Vender libros y no crear lectores. La crisis cultural está más próxima a acabar con la literatura que la económica.

Por otra parte está la crisis tecnológica. Ahora el libro compite contra muchas más cosas que el cine y la televisión. Compite contra internet. Y compite contra sí mismo con los libros digitales. Y con los blogs literarios. La cultura gratis acaba con la cultura. Si los autores no cobran por su trabajo no lo harán. Y la literatura se acabará así. O al menos perderá gran parte de su esencia y su calidad.

Siempre hay que confiar en la literatura. Tiene algo que la mantiene viva. Pero entre todos cada vez se lo ponemos más difícil. Como si fuéramos los bomberos de Fahrenheit 451 vamos quemando libros y libros sin que ese sea nuestra cometido. Habrá que confiar en que una vez más nos superemos a nosotros mismos y la mantengamos viva, aunque sea a costa de tener que memorizar los libros.


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