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lunes, septiembre 09, 2013

EL TEATRO, GÉNERO EDITORIAL OLVIDADO

El teatro es un género literario concebido para ser representado, para ser visto por un espectador mientras es representado por unos actores. Estos se encargan de crear una ficción, de crear una situación delante de los espectadores. Durante el tiempo de la obra, son otros, y tienen que hacer creer al espectador que es aquel que está fingiendo ser.

Pese a este hecho, el teatro ha sido también un género literario muy publicado. Desde los grandes clásicos hasta obras muy modernas, las obras que lo merecían conseguían un impulso extra de conocimiento y difusión al llegar al papel. Durante los siglos de oro, importantísimos para el teatro español, las obras de Lope, Calderón, Tirso y muchos otros autores se copiaban, se imprimían y pasaban de mano en mano contribuyendo a su éxito.

Pero llegó un momento en que esa publicación cesó. Encontrar obras nuevas de teatro que se publiquen es difícil. Casi imposible. Los autores desaparecieron del panorama cultural. No es que no existan, es que están en la sombra. Publicar teatro es más difícil que publicar poesía. Estrenar teatro es casi tan difícil.

La perpetua crisis del teatro español (constatada desde los propios siglos de oro) se hace más que patente en este hecho de la falta de publicación de obras teatrales. Las nuevas casi son clandestinas, pero algunos clásicos también. Pocas ediciones. Pocas o poquísimas editoriales que publican teatro. Casi o ninguna publicidad. Poca difusión.

Leer teatro no es como asistir a una representación. Pero se puede llegar a aproximar. La recreación del texto leído que conlleva la lectura hace que la representación sea factible en la cabeza del lector. Sin embargo los autores y los lectores de teatro están siempre olvidados, siempre desamparados por parte de las editoriales.

Durante parte de la segunda mitad del siglo XX hubo colecciones editoriales dedicadas a la publicación de las obras que triunfaban en las carteleras. Obras de Carlos Llopis, de Torrado, de Calvo Sotelo, López Rubio o Alfonso Paso se publicaban al poco tiempo de ser estrenadas. Los espectadores querían tener el texto para sí, recrearlo siempre que quisieran.

Pero esas publicaciones desaparecieron. Ya sólo puede encontrarse teatro publicado en bibliotecas muy bien surtidas. En librerías de viejo. Hay mucho material a reeditar. Mucho material por descubrir. Mucho material por salvar de la desaparición. Mucho material que desgraciadamente se olvidará y desaparecerá para siempre.




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