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lunes, octubre 28, 2013

EL BAILE, OTRA VEZ EN LOS ESCENARIOS

En tiempos de crisis, una obra con sólo tres personajes es ideal. Con sólo tres personajes, dos hombres y una mujer, que mantienen, sin embargo, la tensión teatral durante todo la duración de la obra, que mantienen la tensión, la ternura y la veracidad en una historia que sin embargo nada tiene de real.

Pero la obra fue escrita en los años 50, cuando el teatro era de todo menos austero. Se mantuvo siete años en cartel. Fue un gran éxito. Pero no por contar con tres actores, razones actuales para representarla, sino por su capacidad para emocionar a los espectadores.

Ahora, con montajes cada vez más austeros, con escenarios más vacíos para no gastar en cosas superfluas, con compañías inexistentes o aligeradas, contar una obra con tres personajes es un lujo.

El baile nace la imaginación de Edgar Neville y de su profundo amor a su segunda mujer, Conchita Montes, quien fue su musa y quien interpretó todas sus obras y sus películas. Conchita y Edgar vivieron una apasionante historia de amor desde mediados de los años 30 hasta el final de Neville, con la tiroides disparada y el corazón agotado.

Dos hombres calmados y tranquilos que comparten una gran amistad y dos pasiones, la entomología y el amor por una mujer. Y ese amor y esa rivalidad, lejos de ser agresiva, lejos de acontecer con dureza y con odios, con envidias y dolor, se mantiene siempre en la calma, en el infantilismo de quien no tiene lo que el otro sí.

Ese amor compartido, esa complacencia en la maravilla de esa mujer que aman, les mantiene unidos en su amistad de siempre. Pues para Neville y los hombres de su tiempo, sus amigos, la amistad era más importante que todo lo demás, incluso que las mujeres y a quienes eligieran.

Ahora, Pepe Viyuela ha rescatado la obra de Neville y la lleva a la escena. Vuelve a dar vida a la obra de Neville. Y lo hace porque es una obra ideal para este tiempo, una obra austera en el montaje pero grande en teatro, en humanidad y sentimientos.



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