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martes, marzo 11, 2014

UNA HISTORIA QUE SE VA HACIENDO REAL: 4 Y 26


De los dos compositores que hacían canciones para Pereza, Rubén y Leiva, era Rubén el que hacía historias más cercanas a la realidad. Es decir, era el que escribía canciones que eran más una historia, un pequeño cuento, que una expresión de sentimientos y emociones como corresponde a la poesía.

Una de esas historias es 4 y 26. Cuenta la historia de un grupo que está en la cresta de la ola, que está en su mejor momento. Que está vendiendo y llenando campos de fútbol. Y que como corresponde, tiene atractivo, coches, dinero, mujeres y el amor incondicional de la casa de discos.

En esa época una mujer sin nombre, sin rostro, llama al número del cantante y le despierta. Siempre a la misma hora. Siempre a las 4 y 26. Esa mujer, llamada por la fama, marca el número y espera que descuelgue y no dice nada. Sólo escucha las palabras de cansacio, de hastío o los insultos que salen desde el otro lado.

El tiempo pasa. Ese grupo ya no es lo que era. Ya no tienen éxito. Ya no hay dinero ni llenan. Ya no tocan esas bonitas guitarras. Ahora ya no pueden escribir, ya se ha secado la fuente de la inspiración (un miedo que Rubén ha confesado tener). Ahora ya no es nadie. Todo se ha esfumado. Ahora ya no recibe esa llamada a las 4 y 26. Pero aún así él se despierta a esa hora. Intenta escribir. Pide que ella llame, pero no llama. Porque ya no es nadie. Porque ya el éxito pasó. Sólo es un recorte de prensa.

Esa historia que Rubén imaginó, que salió de sus temores, de alguna forma puede decirse que es real. Que está pasando. Ahora Rubén ya no es tan famoso. Toca en sitios más pequeños. No le siguen miles de fans. Sólo unos pocos. Se ha ido cumpliendo lo imaginado. Todo es tal cual él lo pensó. La ficción se va transformando en realidad. 



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