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lunes, noviembre 03, 2014

¿DÓNDE ESTAMOS?


¿Sabían los modernistas que eran modernistas y que sus obras respondían a un canon definido y que formaban un grupo más o menos uniforme? ¿Lo sabían los vanguardistas? ¿Y los románticos? En muchos casos sí lo sabían, se juntaban en tertulias, escribían manifiestos, se guiaban por unas pautas o gustos fijos a la hora de escribir.

¿Qué queda de todo eso ahora? ¿En qué momento estamos? ¿Hay alguna definición, algo que junte no ya a todos los escritores si no a un grupo de escritores? No lo parece. Al menos no tenemos ahora mismo la visión crítica como para decir que es así.

Quizá la mejor forma de definir el estado actual de la literatura sea el mercado. Los libros que se venden y los que no, los que tienen éxito y los que se tienen que devolver a la editora para que esta haga con ellos papelote. Es lista publicada en varios suplementos literarios que da la posición de los ejemplares y autores que venden es la mayor referencia. Para el lector en muchos casos. Y para los editores que quieren estar en ella y tener a los autores que la copan.

Siempre ha habido superventas, libros y autores que vendían y vendían libros como churros, pero no siempre han coincidido con los que han pasado a la historia de la literatura, a ser clásicos y por tanto a tener determinada influencia en el mundo posterior.

Ahora, en un tiempo sin definición, que necesita distancia para saber qué está pasando, qué perdurará, qué ha sido bueno y qué ha sido un error, son las listas, el mercado, quiénes mandan. Pronto llegarán las navidades, se venderán montones de libros (que tal vez nunca se lean) que estarán ya entre esos más vendidos. El cine lleva más ventaja en eso, muestra patrones, se sabe lo que es prescindible, lo que sirve sólo para un rato y lo que se pretende que perviva, aunque no siempre sea así. Demasiadas preguntas para un tiempo donde tal vez sea la crítica la que no pasa por su mejor momento.


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